¿QUÉ HACER ANTE UNA RELACIÓN MATRIMONIAL EN SITUACIONES DIFÍCILES?
Cuando las cosas no van bien en la vida matrimonial, especialmente si se ha empezado a debilitar el espacio para el diálogo, es muy importante no dejar agravar la situación y buscar sin retraso una pronta solución. Sin embargo, surge la inquietud: ¿Dónde o en quién buscar ayuda? ¿Dónde encontrar un buen consejo?
En primer lugar es preciso aclarar que el mejor consejero no es necesariamente aquel familiar o amigo con el que se tiene más confianza, cercanía o incluso “camaradería”; aquél que siempre ha estado de acuerdo y ha apoyado todas tus decisiones porque es muy probable que se ponga a tu favor y en contra de tu cónyuge. Si esto ocurre, esta persona no proyectaría una visión objetiva sobre la situación, puesto que ella ponderaría los defectos o errores de tu pareja y seguramente, en un acto malsano de consideración hacia ti, omitiría los tuyos. En este sentido vale hacer mención y tener en cuenta aquella sabia consigna que postula: “Si no tienes un amigo que te diga tus defectos, búscate un enemigo que te haga ese gran favor”.
Así pues, más que buscar alguien que esté dispuesto a escucharte y orientarte, es importante buscar alguien que pueda hablarte con la verdad. Pero, ¿dónde encontrar alguien que hable desde la verdad?
La respuesta es sencilla. Aunque muchos profesionales y expertos en temas de pareja pueden brindar un sincero apoyo y acompañamiento, finalmente su óptica será necesariamente externa a la situación específica. Se necesita pues de alguien que conozca la situación desde el interior, desde su raíz, y ésa persona sólo puede ser alguien: Jesús. Él es el único en el que como pareja, pueden tener la certeza de una confiabilidad garantizada, pues Él, más que conocer la situación desde dentro, conoce hasta los rincones más profundos de tu propio corazón y del corazón de tu pareja, puesto que desde el mismo momento en que recibieron su bendición sacramental por medio del sacerdote, Él se convirtió en un “tercer miembro” de la unión conyugal.
Y después de invitarlo a Él, no olviden invitar además a su Madre, la Santísima Virgen María, nuestra Madre, pues ella siempre está dispuesta a brindar su más amoroso y humilde servicio y compañía a cada hogar, como mediadora ante su Hijo, Jesús, para repetir cuantas veces sea necesario aquellas sencillas pero dulces y a la vez apremiantes palabras que una vez pronunciara en Caná de Galilea: “No tienen vino”, palabras que pronunciadas por María alcanzan de Jesús el milagro de la transformación del agua en vino, que no es sólo el vino bueno, sino que además es el vino mejor y que en su hogar se traduce en ese vino nuevo del diálogo, de la mutua comprensión; ese vino que refresca y revitaliza el primer amor que los llevó un día a jurarse amor perpetuo.
Así pues, procuren no dejar acabar ese vino nuevo que les ofrece el Señor y que es siempre propicio para rejuvenecer su encuentro y su convivencia cotidiana. Esfuércense por mantener vivas aquellas pequeñas pero muy significativas manifestaciones de cariño y de ternura que poco a poco fueron configurando su época de noviazgo, aquellos pequeños detalles y gestos como una flor, unos chocolates, un pequeño mensaje… en fin, todo aquello con lo que se demostraban y siempre estaban dispuestos a expresarse su mutuo amor.
Y lo más importante, en todo momento: “en la pobreza y en la prosperidad, en la salud y en la enfermedad”, mantengan siempre viva esa íntima relación con Jesús. No dejen nunca apagar el fuego del Espíritu en el hogar, manténganlo encendido y ardiente por medio de la oración, de la escucha, la meditación y el compartir de la Palabra de Dios, la celebración frecuente de los sacramentos, principalmente de la Eucaristía y el rezo del santo Rosario.
Sólo así tendrán la certeza de superar cada dificultad que se presente en este camino matrimonial, y perseverando en Cristo de la mano de María podrán decir como san Pablo: ¡Sabemos muy bien en Quién hemos puesto nuestra confianza!
1 comentario:
esta muy interesante la reflexión sobre el matrimonio. DIOS TE BENDIGA.
ATT: Daniel
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